Alfonso Rojo: “El tuteo, las greñas, la mala educación y las nueces de la masticadora Irene Montero”
  • el año pasado
Como todos nos hartamos de oír en casa, cuando éramos pequeños, lo de comer con la boca abierta es de una vulgaridad imperdonable.
Ignoro con detalle las normas de conducta por las que deben regirse los diputados, aunque se que está proscrito asistir a las sesiones en pantalón corto o con camiseta sin mangas.
E imagino que el reglamento, prohíbe ingerir alimentos en los escaños.
Digo esto, porque durante la reciente moción de censura a Sánchez, su ministro Alberto Garzón, se presentó en el ‘banco azul’ con una bolsa de nueces y mientras Yolanda Díaz soltaba su insufrible perorata, la puso a disposición de su vecina de asiento que no es otra que Irene Montero.
Y ahí tuvimos, en directo y por televisión, a la cónyuge de Pablo Iglesias, masticando frutos secos con la boca abierta, durante todo lo que duró la plasta de la teñida ‘presidenta segunda’ del Gobierno.
Todo, unas horas después de que Santiago Abascal afirmara en ese mismo sito que no estaría de más que, para salvaguardar el decoro de la Cámara, los parlamentarios asistieran vestidos correctamente, como se exige a ujieres, estenógrafas, secretarias y bedeles.
Comentario que provocó de inmediato que salieran en tropel los desaliñados diciendo que en el Congreso han entrado sujetos con corbata que eran unos golfos y tipos con jersey muy decentes, lo que siendo verdad, es irrelevante, porque hablamos de formas y la buena educación y el respeto son esenciales en la vida.
Como subrayó Abascal, no se trata de que que los diputados greñudos vayan a alquilar un esmoquin, como los que se agencian para los Premios Goya o un traje de marca como los que lucen en las comilonas del Ramsés.
Bastan que repliquen la corrección indumentaria de ujieres, policías, camareros y taquígrafas.
En el verano de 2011, el entonces presidente del Congreso, José Bono, llamó la atención al entonces ministro de Economía, Miguel Sebastián, por acudir a un pleno sin corbata.
Hacía un calor achicharrante, lo que no era razón suficiente, según Bono, para dejar de lado la "disciplina de vestido”.
Ha llovido mucho desde entonces, dentro y fuera del Congreso de los Diputados.
Seguro que ya se han dado cuenta de que ahora en España te tutea todo el mundo.
No sólo en la escuela, el colegio o la universidad, donde el profesorado ha dejado de estar constituido por Doña Pilar, Don Carlos o la señorita Gómez, para convertirse en ‘oye tu’ o algo parecido.
O en el sistema hospitalario, donde el vetusto notario de provincias ha pasado de ser el Don Jerónimo de toda la vida a ‘Jero’, ‘cielo’ o ‘cariño’.
Entras a una gasolinera, un supermercado, una oficina, un bar o un ministerio y por mucho que te dirijas al empleado de turno con el preceptivo y respetuoso ‘usted’ de toda la vida, la respuesta te vuelve siempre en forma de ‘¿cómo lo quieres?, ‘¿te lo envuelvo?’, ‘¿te lo pongo con leche?’ o ‘aquí tienes’.
Recomendada