Para 1994, Víctor González Torres puede considerarse un empresario exitoso; uno de sus primeros negocios está entre los proveedores más importantes del sector salud; sin embargo, emocionalmente no está bien. La depresión se apodera de él y, entonces, surge la invitación por parte de su hermano, un sacerdote jesuita, a experimentar la paz a través del servicio a los demás.