Alfonso Rojo: “España es un país donde pagamos el sueldo a políticos necios, que odian a España”

  • el año pasado
Vivimos tiempos confusos, en los que prosperan los necios, se multiplican los mamarrachos y triunfan los censores.
Es un fenómeno planetario, sobre todo occidental, pero me preocupa singularmente el caso español y no sólo porque sea periodista y me sienta personalmente amenazado por engendros como la Ley de Memoria Democrática o la de Secretos Oficiales, que impulsa Pedro Sánchez.
En muy poco tiempo, en el transcurrido desde que el inefable Zapatero entró en La Moncloa empujado por la onda expansiva de las bombas del 11-M, ha cuajado como un cáncer en España una policía del pensamiento que impide el debate, impone dogmas, reparte carnets éticos y criminaliza al discrepante.
Todo aquel que no se exprese en línea con el abecé de lo políticamente correcto es estigmatizado con el sambenito de facha, racista, machista, homófobo o una lindeza parecida.
Cualquier reflexión sensata, que ponga en duda la doctrina oficial, cuestione valores ‘guay’ o proponga alternativas, es demonizada como reaccionaria.
Y lo hacen a coro políticos, periodistas, tertulianos y todo ese magma progre, aficionado a vivir del presupuesto y proclive a cubrir con el manto del buenísimo cosas, ideas y prácticas aberrantes.
Podemos, ERC, Compromís e incluso el PSOE consideran que tener una diputada con velo islámico es un mérito, olvidando que en Irán matan a palos a las chicas por no llevarlo bien encajado.
Y eso es lo menor. No se si se han enterado de que en el Parlamento de Cataluña, en la Barcelona los 14 asesinados en el atentado de Las Ramblas, han emitido una declaración de apoyo a un dirigente islamista, vecino de Reus, detenido el martes por la Policía Nacional por representar una amenaza para la seguridad nacional.
Los socios del socialista Sánchez -ERC, Junts, la CUP y los Comunes podemitas-, votaron a favor de esta muestra de apoyo a Mohamed Said Badaoui, reputado activista de la corriente más radical del islam, el salafismo.
Esa panda, que vive opíparamente a cuenta de los impuestos que pagamos todos los españoles, calificó al fanático de ‘represaliado político’ y tildó al Estado español de ‘represivo’.
Podríamos zanjar el tema diciendo que en los parlamentos hay más tontos que botellines, pero el problema es estamos hablando de seguridad nacional y de vidas humanas.
Y quien lo dude, que repase los atentados de Cambrils, Las Ramblas, Atocha, Nueva York, Londres, París o Bruselas.
Y una vez hecho, que me llame facha o telefonee a la Fiscalía, a ver si los amigos de Sánchez encuentran algo con lo que empitonarnos por infringir el catecismo progre.

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