Eurico Campano: "España necesita una limpieza: una regeneración para evitar una muerte segura"
- hace 2 años
Leyendo Periodista Digital, algo muy recomendable varias veces al día, encuentro titulares como estos: 'Empieza la venganza de Ayuso al PSOE.
La Guardia Civil entra al Ministerio de Calviño por sus sospechosos contratos'. Otro más: 'Condenan a prisión al hermano del expresidente Borbolla por embolsarse ayudas de ocho millones'. O este otro: 'Javier Clemente a palos con Josep Pedrerol por incumplir su promesa de dimisión'. Como aquel paisano que, tras leer el periódico ya no pudo más, lo dobló y siguió contemplando a la gente que tenía delante y a su café, o están locos estos romanos o este país necesita una regeneración urgente.
España necesita un cirujano de hierro, tal y como dejó escrito don Joaquín Costa allá por la primera década del pasado siglo. Costa fue un gran pensador y no solo una calle de Madrid, como quizá crean muchos jóvenes. Si lo dudan, busquen su nombre en internet.
Realmente no haría falta tanto. Bastaría con que las instituciones funcionaran y con que los políticos dieran ejemplo de honestidad, como nos decía hace unos días en 'La Retaguardia' el gran Pedro Ruiz. Que no roben, ya sean de derechas, de izquierdas o mediopensionistas y que tengan una auténtica vocación de servicio público, cosa que no sucede.
Habría que cambiar tan solo algunas cosas. En primer lugar, la Ley Electoral para que el voto de todos los españoles valga lo mismo, no como ocurre ahora, que un escaño en Soria o en Zamora cuesta apenas veinte mil votos y en Madrid puede llegar a requerir cien mil. Una reforma que modifique, por tanto, esa anacrónica circunscripción provincial y que supere también la llamada Ley D'Hont, que a través de su reparto de restos castiga a los partidos pequeños y premia a los grandes.
En segundo término, es urgente taponar esas ansias de rapiña de los secesionistas y golpistas catalanes que en unión de los nostálgicos del tiro en la nuca aspiran a destruir España a costa de los impuestos de todos los españoles porque el nacionalismo no es una ideología o una excrecencia filosófica del romanticismo de finales del siglo XIX sino una golfada con la que cuatro mil, cuarenta mil o cuatrocientos mil viven muy bien mientras conspiran contra esa España a la que detestan.
La Guardia Civil entra al Ministerio de Calviño por sus sospechosos contratos'. Otro más: 'Condenan a prisión al hermano del expresidente Borbolla por embolsarse ayudas de ocho millones'. O este otro: 'Javier Clemente a palos con Josep Pedrerol por incumplir su promesa de dimisión'. Como aquel paisano que, tras leer el periódico ya no pudo más, lo dobló y siguió contemplando a la gente que tenía delante y a su café, o están locos estos romanos o este país necesita una regeneración urgente.
España necesita un cirujano de hierro, tal y como dejó escrito don Joaquín Costa allá por la primera década del pasado siglo. Costa fue un gran pensador y no solo una calle de Madrid, como quizá crean muchos jóvenes. Si lo dudan, busquen su nombre en internet.
Realmente no haría falta tanto. Bastaría con que las instituciones funcionaran y con que los políticos dieran ejemplo de honestidad, como nos decía hace unos días en 'La Retaguardia' el gran Pedro Ruiz. Que no roben, ya sean de derechas, de izquierdas o mediopensionistas y que tengan una auténtica vocación de servicio público, cosa que no sucede.
Habría que cambiar tan solo algunas cosas. En primer lugar, la Ley Electoral para que el voto de todos los españoles valga lo mismo, no como ocurre ahora, que un escaño en Soria o en Zamora cuesta apenas veinte mil votos y en Madrid puede llegar a requerir cien mil. Una reforma que modifique, por tanto, esa anacrónica circunscripción provincial y que supere también la llamada Ley D'Hont, que a través de su reparto de restos castiga a los partidos pequeños y premia a los grandes.
En segundo término, es urgente taponar esas ansias de rapiña de los secesionistas y golpistas catalanes que en unión de los nostálgicos del tiro en la nuca aspiran a destruir España a costa de los impuestos de todos los españoles porque el nacionalismo no es una ideología o una excrecencia filosófica del romanticismo de finales del siglo XIX sino una golfada con la que cuatro mil, cuarenta mil o cuatrocientos mil viven muy bien mientras conspiran contra esa España a la que detestan.