Dulce Gardenia, de lavar ropa ajena a Luchador

  • hace 2 años
¡Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones!”, suena en el coro de la canción de Gloria Trevi que se convirtió en una especie de himno para la comunidad LGBTT, porque en su letra precisamente habla de esa liberación esperanzadora de romper cadenas. Y lo del luchador lagunero, entre lo auténtico y la representación de un personaje, pues aun cuando la bandera la ondea con orgullo, no deja de ser su mote como gladiador profesional, todavía en tiempos recientes puede provocar escozor entre un puñado que se resiste a la inclusión. Y lo del luchador lagunero, entre lo auténtico y la representación de un personaje, pues aun cuando la bandera la ondea con orgullo, no deja de ser su mote como gladiador profesional, todavía en tiempos recientes puede provocar escozor entre un puñado que se resiste a la inclusión. Incluso, Gardenia, sin ir tan lejos, revela que el rechazo por ser el portador de un nombre tan colorido y tal vez irreverente, lo palpó con los suyos, con quienes pudo romper lazos. Porque Dulce siempre lo tuvo claro, su intención era ser como Pimpinela Escarlata, uno de los pioneros del segmento, porque además tiene esa chispa de ser distinto, pero igual al resto. El acercamiento del norteño al pancracio fue casual, por temas de empleo, y del juego como cualquier chaval inquieto, pasó a probarse a las filas de la Seria y Estable, aunque tampoco estaba en su lista de prioridades ser profesional en esto. Los vítores, el reconocimiento, las palmadas, el calor de la afición pudieron cautivarlo por completo para decidirse a ser Dulce Gardenia, sin más y con mucho.

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