Alfonso Rojo: "Este Gobierno de trileros intenta colar como 'accidente' un atentado yihadista"
  • hace 3 años
Todos ustedes saben que Pablo Iglesias ya no tiene coleta y ni siquiera moño, pero quizá no estaban al tanto de que ha estrenado pendiente, uno negro y redondo como la conciencia de Pedro Sánchez.

Pues luciendo ese ostentoso adorno en la oreja izquierda, subió al estrado en la Fiesta que el Partido Comunista celebraba el pasado fin de semana en la madrileña localidad de Rivas Vaciamadrid, dónde en tiempos, antes de hacerse rico, llegó a residir con su entonces pareja, la hoy diputada de 'Más Madrid' Tania Sánchez.

Se la prometía muy felices Iglesias, pero todo comenzó a torcerse cuando entre los asistentes, supuestamente todos sumisos, fieles y fanáticos comunistas, comenzaron a silbarle, abuchearle y a lanzarle a gritos la pregunta “¿dónde está el cambio?”.

Para justificar el escrache, todo lo que se le ocurrió a Iglesias fue decir que los que le gritaban eran “provocadores”, sin especificar, y me imagino que a estas alturas ya son legión los periodistas y tertulianos adictos al régimen sanchista que se apuntan a esa tesis.

Y voy ahora a lo que realmente me parece relevante, que no es el nuevo pendiente de Iglesias ni sus pavadas, sino la campaña perfectamente orquestada en la que participan la inmensa mayoría de los medios comunicación, para establecer un paralelismo entre VOX y Podemos.

Con el ánimo declarado de blanquear a los Iglesias y de denigrar a los de Abascal.

Y nos encontramos, sobre todo en las cadenas de televisión, con que a los que reivindican el comunismo, que el siglo pasado causó por lo menos 100 millones de muertos, se abrazan a los terroristas de ETA, defienden el independentismo catalán, atacan la libertad de prensa, abominan de nuestra Constitución y odian a España, se les presenta siempre ‘demócratas’.

Y a la vez, se pone mucho énfasis en subrayar que ideas y propuestas de VOX, perfectamente legales y ajustadas a nuestro ordenamiento constitucional, como cerrar el paso a partidos que no condenan los asesinatos etarras, controlar la inmigración ilegal o acabar con el despiporre autonómico, son ‘peligrosas’.

Y con este cóctel infumable, resulta que Santiago Abascal es presentado reiteradamente como un facha antidemocrático, xenófobo y homófobo en tanto que Pablo Iglesias y sus secuaces son unos chicos un poco radicales, pero casi al borde de la santidad.

Quizá convenga recordar, en vísperas como estamos de que el Gobierno Sánchez saque adelante esa infame Ley de Memoria Democrática con la que podrán multarnos, cerrarnos y hasta encarcelarnos por discrepar de su sectaria v
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