The Light That Came (la luz que llegó) [1909]

  • hace 3 años
Carl Wagner perdió de la vista cuando era un niño y, para poder ser independiente y ganarse la vida, aprendió música, ese arte en el que los ciegos se vuelven más competentes. Tocaba el violín para bailar en muchos de los locales del East Side. Grace, Vivian y Daisy son hermanas en una familia de la clase media. Vivian y Daisy son hermosas chicas jóvenes, mientras que Grace es considerada poco agraciada debido a una fea cicatriz en su mejilla, resultado de un accidente en su trabajo. Las dos hermosas hermanas son grandes favoritas, disfrutan de la distinción social, mientras que el trabajo penoso y la soledad es la suerte de la pobre Grace. Un sábado se aprecia el contraste. Vivian y Daisy se están preparando para ir a una fiesta y Grace puede estar deprimida en casa. La madre, sin embargo, insta a Grace a que se vaya y la ayuda a vestirse con apropiadamente. En el baile Vivian y Daisy son el centro de atracción, atrayendo la atención de todos los galanes, pero Grace sigue siendo como un florero. El baile ha terminado, y la pobre chica podría irse sin una escolta, pero Carl, el músico ciego, se abre paso a tientas por el pasillo, y la joven, apreciando su proscripción social por la experiencia triste de su propio destino, le ofrece su mano para guiarle en el camino. En ese apretón de manos hay una comunión de dos almas puras y corazones tiernos. Es el encendido del amor entre ellos, y se hacen novios. Poco después se anuncia su compromiso, cuando un joven médico, al examinar a Carl, declara que la vista le puede ser restaurada, pero que se necesitaría dinero para hacerlo, ya que serían precisos los servicios de un especialista. Ahora el pobre hombre se siente más desdichado que antes, porque su curación es posible, pero no tiene los fondos necesarios, ya que sus compromisos solo le han permitido ganarse la vida, y por frugal que sea, no podría esperar acumular lo suficiente para pagar al médico. Grace, sin embargo, ha salvado algo y al principio está eufórica con la idea de ayudarlo, pero al verse en el espejo razona que cuando llegue la luz él la verá tal como es y luego perderá su amor. Su vacilación es solo por un momento, porque el verdadero corazón es desinteresado, y ella al menos puede hacerlo feliz. El eminente médico está empleado y su trabajo tiene éxito. Pero qué escena tan patética es la de quitarse el último vendaje. Él está en el séptimo cielo del deleite y la llama. Ella al principio se resiste a mostrarse, temiendo las consecuencias, pero él no considera su apariencia personal, que en el mejor de los casos es transitoria, y que ahora ve por primera vez, sino su corazón, cuya pureza ha conocido por intuición.

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