The Lonely Villa (La villa solitaria) [1909]

  • hace 3 años
El Sr. Robert Cullison reside en una hermosa villa de campo, muy alejada de vecinos cercanos y a unas veinte millas de la ciudad. Espera la visita de su madre que llegará a la ciudad desde el Oeste a la mañana siguiente. La próxima visita la descubren un par de delincuentes que planean alejar a Cullison de la noche a la mañana enviándole una carta falsa a través de un campesino aparentemente idiota que dice: "Robert, he tomado un tren anterior. Llegaré a Nueva York a las 10:30 de la noche Reúnete conmigo con el coche. Madre". Se prepara, ya que son casi las ocho en punto, y mientras se despide de su esposa y sus tres hijos pequeños, el patán, con el pretexto de estar adormilado en la puerta está vigilando la habitación. Al darse cuenta de que los está dejando solos le advierte a su esposa que se asegure de cerrar bien las puertas y ventanas, dejándole también un revólver del que el delincuente, que se hace pasar por patán, extrae los cartuchos con astucia. Se marcha y tan pronto se pierde de vista cuando los ladrones empiezan su trabajo. Irrumpiendo en la puerta de entrada con una barra, alarman a la gente con un pánico terrible, ya que se sienten impotentes. En la carretera vemos al marido alejándose de ellos a toda velocidad, cuando de repente el vehículo se estropea y se ve obligado a detenerse en una posada de carretera. Alí se le ocurre la idea de telefonear a su esposa para informarla sobre su posible retraso, cuando en respuesta recibe los alarmante gritos de su aterrorizada esposa entremezclados con los golpes de los ladrones, que lentamente, pero con seguridad, se abren camino hacia la sala de estar. Él le recuerda a la pistola, pero, por desgracia, está vacía y resulta inútil. Los lamentos de la esposa y las palabras de aliento del marido van y vienen; de repente todo está en calma. Se ha cortado la comunicación. Al salir corriendo de la posada encuentra su auto lejos de estar disponible, por lo que llama a un policía y contrata los servicios de una carreta gitana. Circulan por la carretera a una velocidad vertiginosa, y durante todo este tiempo los ladrones van de habitación en habitación, acercándose cada vez más a la pequeña familia asustada, que está apiñada como último refugio en la biblioteca. Rompen la puerta, entrando cual perros siniestros, pero al mismo tiempo llega el marido con la policía y sus amigos.

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