Mi mamá loca me llama por el nombre de otra persona

  • hace 4 años
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¡Hola! Me llamo Kieran. Tengo 16 años y te contaré una historia mística, acerca de cómo mi hermano muerto me salvó la vida… dos veces.

Debo mencionar algo ahora mismo: ¡no tenía idea de que tenía un hermano! Desde que tengo memoria, siempre fuimos tres: mi mamá, mi papá y yo. Mi papá es una persona amable y optimista, y tenemos un vínculo muy estrecho. Mi mamá… bueno, ella era diferente.

No era como, digamos, las madres de mis amigos. Ellas son alegres, dulces, conversadoras… Mi mamá era una persona muy callada, y yo no recordaba haberla visto sonreír ni una vez. Pero lo peor de todo era que a veces me miraba fijamente, de una manera muy rara, y en lugar de llamarme Kieran me llamaba de otra manera. Algo así como Keegan.

Yo no tenía idea de quién era ese tal Keegan, suponía que se trataba de un apodo que mamá me había inventado. Mi papá me decía que ella no se encontraba bien y que no debía molestarla, así que me acostumbré a dejarla en paz.

Había otra cosa extraña en nuestra familia. Verás, vivimos cerca del mar. Está a unos 20 minutos caminando desde mi casa, y nuestra playa suele estar bastante desierta. Claro, no se parece en nada a las playas cerca del Pacífico que muestran en la televisión, pero es lo suficientemente buena como para ir a nadar y surfear. ¡Especialmente surfear!

¡El problema era que no me dejaban hacerlo! Como ya te conté, mi papá y yo tenemos una buena relación, y él solía llevarme a comer o a mirar juegos de béisbol, o incluso a jugar con sus amigos. Pero, sin importar cuánto se lo pidiera, nunca íbamos a la playa.

Me parecía muy raro. Todos mis amigos surfeaban y yo no podía. Iba a la playa de todas maneras, y a veces hasta montaba unas olas, pero no tenía una tabla propia. Le pedí muchas veces a mi papá que me comprara una; siempre recibía un estricto “no” como respuesta. Finalmente me rendí y seguí practicando mi deporte favorito en secreto. Había algo muy raro en todo eso, ¿no te parece?
Un día, encontré una vieja tabla de surf en el garaje. La habían escondido con cuidado y probablemente se habían olvidado de ella. Parecía que nadie la había tocado durante al menos diez años… tal vez más.

¿A quién pertenecía? ¿Debería preguntarle a mi papá primero? De pronto recordé que ya había vivido una situación similar antes, cuando tenía seis o siete años. En aquel entonces me encontraba exp

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