Mi cirugía plástica salió mal. ¡Soy una monstruo!

  • hace 4 años
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¡Hola, chicos! Me llamo Christine y tengo 20 años. Si crees que las cirugías plásticas arreglan los problemas fácilmente, no es cierto. A veces crean problemas aún más grandes... ¿Alguna vez han tenido que elegir entre las necesidades de la familia y su sueño? Con suerte, al final de la historia no pensarán que soy una monstruo...

Siempre supe que mi destino estaba relacionado con el modelaje. Era la chica más alta de la escuela y en mis fotos me veía mucho mejor que en la vida real. Pero tenía dos grandes obstáculos: mi mamá y mi nariz. ¡Mi gran GRAN nariz chueca!

Mamá siempre trabajó duro y me crio muy estrictamente. Nunca conocí a mi papá, nos dejó cuando yo era una bebé. Mi mamá nunca tuvo un novio desde entonces. Ella es muy conservadora. Quiero decir... tal vez incluso demasiado.

En nuestro pequeño pueblo todo el mundo se dio cuenta de que yo era más alta y delgada que las otras chicas. Vecinos y colegas siempre le decían a mi mamá que yo estaba destinada a ser una estrella de la pasarela. ¡Pero ella no quería oír hablar de eso! Mi mamá trabajó duro en un hospital como enfermera y la única opción que consideraba para mi futuro era ir a la escuela de medicina para ser doctora.

No hace falta decir que también se negó a discutir la posibilidad de la cirugía plástica. En su pequeño mundo yo era lo suficientemente hermosa tal y como era. Siempre me compraba ropa aburrida y fea para asegurarse de que no destacara demasiado. Me prohibió salir con chicos y trató de protegerme del desamor, diciendo que primero debía recibir mi educación... Nunca tuve ningún novio...

Pero a pesar de mi mamá, mi plan era ir a Nueva York después de mi graduación de la preparatoria, para cumplir mis sueños. Mi amiga Lily, que ya vivía en Nueva York, fue contratada como modelo por una pequeña agencia. Prometió apoyarme y aconsejarme cuando llegara allí. Yo había ahorrado dinero en secreto para mi sueño desde que tenía 14 años, trabajando como niñera y camarera en mi tiempo libre. Al graduarme logré ahorrar suficiente dinero para cubrir el costo de mi traslado a Nueva York. Pero aun así no era suficiente para cubrir el costo de mi cirugía plástica.

Tenía miedo de que mi mamá saboteara mi plan, así que no le conté mis planes de reubicación hasta la tarde del día en que se suponía que me iría. ¿Adivina qué pasó después? Por supuesto, ¡tuvimos una

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