Editorial: 4 de febrero de 1992, cuando la vida nos cambió
- hace 4 años
En su editorial de este martes 4 de febrero, César Miguel Rondón recuerda cómo hace 28 años, el 4 de febrero de 1992, todos los venezolanos "amanecimos de Golpe".
"En la madrugada fui avisado de lo que estaba ocurriendo y me fui a la radio, que entonces era un espacio libre y sin censura en Venezuela, para poder transmitir en un momento clave, donde la información, es lo más vital", cuenta Rondón.
"Hoy, me toca recordarlo, en el exilio, pues el régimen de Maduro hizo de cualquier periodista cuestionador, su enemigo, y yo me conté entre ellos", agrega.
Para el periodista, "en 28 años pasamos de ser un país con un enorme crecimiento económico y una de las que se decía, “democracias más sólidas de Latinoamérica”, a ser el lugar del que todos huyen, convirtiendo a los casi 5 millones de venezolanos emigrantes en los visitantes menos esperados y deseados".
"En 28 años, mis hijos, entonces de 9 años, 6 años, 5 años, 1 año de edad, respectivamente, disfrutaban del encuentro familiar los domingos, de los planes para su futuro, de una educación de calidad, de la posibilidad de imaginarse todo aquello en lo que aspiraban convertirse. Y eso, en ese país, era posible", comenta César Miguel Rondón.
"En la madrugada fui avisado de lo que estaba ocurriendo y me fui a la radio, que entonces era un espacio libre y sin censura en Venezuela, para poder transmitir en un momento clave, donde la información, es lo más vital", cuenta Rondón.
"Hoy, me toca recordarlo, en el exilio, pues el régimen de Maduro hizo de cualquier periodista cuestionador, su enemigo, y yo me conté entre ellos", agrega.
Para el periodista, "en 28 años pasamos de ser un país con un enorme crecimiento económico y una de las que se decía, “democracias más sólidas de Latinoamérica”, a ser el lugar del que todos huyen, convirtiendo a los casi 5 millones de venezolanos emigrantes en los visitantes menos esperados y deseados".
"En 28 años, mis hijos, entonces de 9 años, 6 años, 5 años, 1 año de edad, respectivamente, disfrutaban del encuentro familiar los domingos, de los planes para su futuro, de una educación de calidad, de la posibilidad de imaginarse todo aquello en lo que aspiraban convertirse. Y eso, en ese país, era posible", comenta César Miguel Rondón.