Me vendí para ayudar a mi familia

  • hace 4 años
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Hola a todos. Me llamo Jane. Hace poco logré escapar de un hombre que me había aprisionado. Tenía la esperanza de que mi vida mejorara después de eso, pero mi familia y yo seguimos con problemas para subsistir.

Tenía 17 años cuando todo comenzó. Vivíamos felizmente en Inglaterra y teníamos una familia completa: yo, mi mamá, mi papá y mi hermano mayor, John. Todo iba bien, y yo estaba lista para ir a la universidad, pero, de pronto, papá comenzó a tener problemas con su negocio. Perdió mucho dinero, lo que afectó muchísimo a nuestra familia. Él se volvió nervioso y temeroso. Tuve la sensación de que las cosas se desmoronarían, y tenía razón. Papá se declaró en bancarrota, despidió a sus empleados y cerró su firma. Así, nuestra buena vida llegó a su fin, y los problemas de pobreza comenzaron. Nuestros ahorros se derretían frente a nuestros ojos. Mi mamá y mi hermano comenzaron a buscar un trabajo de inmediato para traer dinero a la casa, aunque fuera lo suficiente para comer, pero este seguía escaseando. Vendimos el auto y nos mudamos a un departamento barato en las afueras de la ciudad. Pensábamos que todo saldría bien: seguíamos siendo una familia y podíamos superar todas las dificultades. Solo debíamos trabajar juntos. Pero había un hombre en el equipo que nos arrastraba hacia abajo. Resultó que él había sido el culpable de que el barco se hundiera en primer lugar.
Un día, papá llegó a casa destrozado. Su cara estaba blanca como un papel; claramente estaba aterrado. Le preguntamos qué sucedía, y por fin confesó. Nos dijo que había perdido todo el dinero que habíamos ahorrado en los últimos meses. Entonces, nos dimos cuenta de que los problemas en su negocio habían aparecido por una razón. Papá llevaba un buen tiempo apostando, y, una noche, perdió dinero que no tenía. Para pagar sus deudas, la única elección que le quedó fue cerrar su negocio. Y esa noche sintió que podía recuperarlo todo: se llevó nuestro dinero y volvió a jugar. Pero, como el típico adicto al juego, no pudo detenerse a tiempo y lo perdió todo otra vez. Fue horrible. No solo nosotros estábamos sufriendo por la adicción de papá, sino que decenas de empleados se habían quedado sin trabajo porque él no podía controlarse. Tenía todo y lo había perdido. Y no solo me refiero a su negocio y al dinero, sino que estoy hablando de su familia. Nos había mentido. Por su