Fingí estar embarazada para obtener buenas calificaciones

  • hace 5 años
¡Hola a todos! Están a punto de descubrir cómo fue que un yogur en mal estado me convirtió en la persona más popular de la escuela. Me llamo Nancy, tengo catorce años y voy a la secundaria.

Un día, mientras preparaba una presentación importante. Mi calificación final en la clase dependía de ella… pero la dejé para el último momento posible, de seguro te ha ocurrido. Terminé muy tarde, y olvidé colocar la alarma. ¡Por supuesto, me quedé dormida! Me desperté aterrada y tomé todo lo que necesitaba lo más rápido posible, pero no hubo caso: me perdí el autobús escolar.

Busqué a mi mamá para ver si podía llevarme, pero la encontré hecha un ovillo en el sofá. Verás, mamá está embarazada. Está en el primer trimestre, sufre mareos matutinos y náuseas constantes… Decidí no molestarla y tomar el transporte público. Como imaginarás, no llegué a desayunar nada. Una vez que me senté en el autobús, me di cuenta de que tenía mucha hambre. Revisé mi mochila, buscando algunas galletas olvidadas.

No había galletas, pero encontré una botella de yogurt bebible. Parecía que la había olvidado un tiempo atrás… ¿pero cuando? Ni siquiera me detuve a pensar o a leer la fecha de expiración, la bebí y continué practicando para mi presentación.

Pero claramente algo andaba mal con ese yogur. A la mitad de mi presentación, sentí tantas náuseas que apenas logré salir del salón de clases y llegar al baño Me enteré de lo que ocurrió después por mi amiga Ángela. Se suponía que haríamos la presentación juntas, pero ella no es una estudiante muy dedicada, así que no estaba nada preparada. El profesor le pidió que continuara con la presentación sin mí tras mi vergonzosa salida. Así que Ángela leyó la hoja que seguía. ¿Recuerdas que había tomado a toda prisa? Bueno, Ángela siguió leyendo sin pensar demasiado, y enumeró en voz alta cuáles eran las mejores maneras de superar los impactos negativos del embarazo durante el primer trimestre, incluyendo las náuseas.

Nuestro profesor estaba muy, muy sorprendido, Ángela estaba muy, muy sorprendida, y todos en la clase estaban MUY, MUY SORPRENDIDOS. Regresé al salón de clases y dije que todo estaba bien, que ya no me sentía mal y que estaba lista para continuar con la presentación. Pero el profesor me dio una A y me dijo que no me preocupara. Y bueno… ¡yo no me preocupé!

Desde ese día, la actitud de toda la escuela hacia mí cambió completamente. Los chicos se ofrecían a llevarme la mochila, como si fuera pesada, y las chicas se ocupaban de mí en la cafetería y me preguntaban sin necesitaba algo.

¡Y los profesores hacían lo mismo! Me miraban de manera extraña y me preguntaban todo el tiempo si me sentía cansada, cosa que me agradaba. ¡Como si fuera poco, me daban buenas calificaciones! ¡Me hacía feliz!

Fue Ángela quien me ayudó a comprender lo que estaba ocurriendo, cuando se me acercó molesta y me exigió una explicación:

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