La cámara de este chalet de Benahavís lo graba todo. Un hombre coloca en la entrada un artefacto explosivo. Enciende la mecha y sale corriendo. A los pocos segundos se produce la explosión. Un rato después y a sólo 9 kilométros se repite la misma secuencia. Ahora en esta nave industrial. Otra bomba, otra huida y otra explosión más. El propietario tanto de la empresa, como de la casa, es un ciudadano marroquí vinculado al narcotráfico. Y los autores acaban de ser detenidos. Dos de ellos en Suecia, uno en Marbella. Son sicarios y detrás hay un ajuste de cuentas entre las mafias que se reparten la Costa del Sol.