Mediodía del sábado en Reynhali, en la frontera turca con Siria. Dos coches bomba acaban de causar el terror. Dos jóvenes llevan en volandas a una de las víctimas, a la que retiran de la zona cero de la explosión, momentos después del atentado.La cámara se acerca, se puede observar la devastación. El edificio más próximo a los coches está reducido a escombros. A la izquierda, los vecinos auxilian a otras dos personas tiradas en el suelo y cubiertas de sangre.El pimer ministro turco, Tayyip Erdogan, proporciona horas después, los primeros datos: "Desafortunadamente 20 personas han perdido la vida y más de 46 han resultado heridas".Por ahora nadie reclama la autoría del atentado. Se apuntan dos posibles vías. La primera, la siria: Turquía acoge a 300 mil sirios huidos de la guerra civil y es un declarado opositor del régimen de Bachar al Asad. La segunda, la kurda: hace tres días comenzaba oficialmente el proceso de paz con la retirada de los rebeldes kurdos de suelo turco.El gobierno turco espera a la investigación para determinar responsabilidades. Pero avisa: los atentados ponen a prueba el poder de Turquía, que tomará, dicen, las medidas necesarias.