Fue un ciclista el que descubrió el escenario del crimen. Circulaba por una zona boscosa en los Alpes franceses cuando vio el vehículo. Dentro, los padres y la abuela de una familia británica asesinados a tiros. Cerca, una hija de ocho años, gravemente herida tras ser golpeada violentamente. A unos metros, el cadáver de otro ciclista. Se cree que pasaba casualmente y que murió tiroteado por ser testigo. Cuando se dio la alarma, los policías acordonaron la zona. Dicen que no quisieron tocar nada hasta que llegaran los forenses. Fueron estos últimos, ocho horas después, los que descubrieron que dentro del coche había otra niña de cuatro años. Que había sobrevivido ocultándose bajo la falda de su madre muerta. Tres de las cuatro víctimas recibieron disparos en la frente. La Policía sospecha que el asesino es un profesional. La familia vivía en esta casa en los suburbios de Londres. El padre era un hombre de negocios de origen iraquí. Estaban en Francia de vacaciones. Se alojaban en un camping en una zona frecuentada por turistas británicos. Una matanza rodeada de incógnitas.