La muerte de Kim Jong-il abre una etapa de incertidumbre en la zona

  • hace 5 años
La sucesión al frente de Corea del Norte por el fallecimiento de Kim Jong-il ha abierto una etapa de incertidumbre en la zona. China, el gran aliado norcoreano, no ha escatimado en las muestras de apoyo al último régimen estalinista del mundo. Su presidente, Hu Jintao, ha visitado hace unas horas en persona la embajada del país en Pekín para presentar sus condolencias. La inquietud sobre el futuro de este país estratégico provoca los posicionamientos de las grandes potencias. Estados Unidos ya ha anunciado que defenderá a sus aliados, en clara alusión a Corea del Sur y Japón. Los norcoreanos muestran al mundo su alienación sin complejos. Secuelas de la propaganda de un régimen opaco, represivo, cruel y continuísta. Sin móviles, sin internet, apartados del resto y engañados, parecen parte de una secta más que de un país. A pesar del hambre y de los campos de concentración, de la falta de todo menos de un líder, la histeria colectiva fue lo único que se vió en la televisión del país. El hijo menor del dictador, que ni siquiera tiene 30 años, se pondrá al frente de un país con una economía menor que la de Ghana o Etiopía, pero limítrofe con China, con Corea del Sur y vecina de Japón. Con el cuarto ejército más poderoso del mundo y capacidad nuclear. Ayer se sucedieron las conversaciones y las llamadas telefónicas. Hillary Clinton con el ministro de exteriores japonés apostaba por la estabilidad en la región. También mantuvieron conversaciones, Rusia, China, y por supuesto Corea del Sur, junto con japón, el principal aliado estadounidense en la región donde tienen destinados cerca de 30.000 soldados.

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