De Alepo a Saarbrücken, itinerario de un refugiado sirio
- hace 8 años
Desde hace un año, Mohammed al-Haj vive la vida de refugiado. Por las mañanas, cinco días por semana, camina 25 minutos para dar clases de alemán en esta academia en Saarbrücken. En Alemania su día a día está guiado por las reglas. Conoce bien sus derechos y sus obligaciones, que son los de un refugiado de guerra.
En octubre de 2012 le vemos en este hospital de Alepo, su ciudad natal, vestido con un pantalón negro y una camisa azul. Aunque no es médico ni enfermero, echaba una mano como voluntario. La llegada de heridos, civiles y rebeldes, era incesante. Mohammed perdió a 25 de sus amigos en la guerra. La tragedia en Siria pesa sobre su conciencia.
Mohammed al-Haj, refugiado sirio:
“Si mi país no estuviese en guerra, no tendría cargo de conciencia. Pero a mí no me ha quedado más remedio que venir aquí y adaptarme. La situación es difícil, nadie que venga aquí puede decir que está contento, pero tenemos que adaptarnos porque es la única puerta que se abre ante nosotros.”
Mohammed llegó con la gran oleada de refugiados en septiembre de 2015. Huyó de Alepo con su familia en 2014, que se quedó en Turquía. Desde allí, él emprendió solo la ruta de los Balcanes hasta Alemania.
Mohammed al-Haj:
“La situación es muy difícil, sobre todo porque mi familia está en un sitio y yo en otro, y a eso se añade lo que está pasando en mi país. Por fuera parezco tranquilo, pero por dentro no lo estoy para nada.”
Mohammed recibe cada mes 370 euros del Gobierno alemán, que paga también el alquiler de su apartamento, gastos incluídos, y las clases de alemán. Controla sus gastos, pero habla regularmente con su familia en Turquía por whatsapp.
Mohammed al-Haj:
“Espero triunfar en la vida, aquí o en otro lugar. Mi proyecto es estudiar y tener un título para encontrar trabajo y poder ayudar a mi país si hace falta.”
El alemán es difícil, pero Mohammed está decidido a dominarlo. Su sueño es entrar en la Universidad. En octubre se examina del trecer nivel de alemán, si no aprueba, tendrá que repetir el examen y retrasar sus planes.
En octubre de 2012 le vemos en este hospital de Alepo, su ciudad natal, vestido con un pantalón negro y una camisa azul. Aunque no es médico ni enfermero, echaba una mano como voluntario. La llegada de heridos, civiles y rebeldes, era incesante. Mohammed perdió a 25 de sus amigos en la guerra. La tragedia en Siria pesa sobre su conciencia.
Mohammed al-Haj, refugiado sirio:
“Si mi país no estuviese en guerra, no tendría cargo de conciencia. Pero a mí no me ha quedado más remedio que venir aquí y adaptarme. La situación es difícil, nadie que venga aquí puede decir que está contento, pero tenemos que adaptarnos porque es la única puerta que se abre ante nosotros.”
Mohammed llegó con la gran oleada de refugiados en septiembre de 2015. Huyó de Alepo con su familia en 2014, que se quedó en Turquía. Desde allí, él emprendió solo la ruta de los Balcanes hasta Alemania.
Mohammed al-Haj:
“La situación es muy difícil, sobre todo porque mi familia está en un sitio y yo en otro, y a eso se añade lo que está pasando en mi país. Por fuera parezco tranquilo, pero por dentro no lo estoy para nada.”
Mohammed recibe cada mes 370 euros del Gobierno alemán, que paga también el alquiler de su apartamento, gastos incluídos, y las clases de alemán. Controla sus gastos, pero habla regularmente con su familia en Turquía por whatsapp.
Mohammed al-Haj:
“Espero triunfar en la vida, aquí o en otro lugar. Mi proyecto es estudiar y tener un título para encontrar trabajo y poder ayudar a mi país si hace falta.”
El alemán es difícil, pero Mohammed está decidido a dominarlo. Su sueño es entrar en la Universidad. En octubre se examina del trecer nivel de alemán, si no aprueba, tendrá que repetir el examen y retrasar sus planes.