"Marco Aurelio" y Vicente Cuesta, la simbiosis perfecta que emociona en Mérida

  • hace 8 años
Mérida, 25 ago (EFE).- Un brillante Vicente Cuesta ha dado vida esta noche a un inédito y filósofo "Marco Aurelio" que, en los últimos compases de su vida y a las puertas de la muerte, ha atrapado al público del Teatro Romano de Mérida en su conflicto personal sobre cómo gobernar el Imperio.

La voz de uno de los emperadores más importantes de la historia se ha escuchado por primera vez en este escenario milenario, en una obra dirigida por Eugenio Amaya que, tras su estreno absoluto esta noche, será la encargada de cerrar la 62 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida el próximo domingo.

En ella, el emperador, encarnado con maestría por Vicente Cuesta, trata de imponer la razón a la ambición y el fanatismo de quienes le rodean, haciendo gala en innumerables ocasiones a lo largo del montaje de una personalidad marcada por "una integridad moral excepcional".

Ya al comienzo de la representación, que se sitúa en Roma en el siglo 165 d.C. se avanzan al ritmo de la danza de un excepcional coro los temas que se abordarán a lo largo de la misma: "peste, guerra, muerte", susurran las voces.

Un coro compuesto por ocho personas, entre ellos la coreógrafa María Lama -que, a su vez, interpreta a Faustina, la mujer del emperador-, convertirá las emociones y temores de Marco Aurelio en poesía en movimiento.

Sus apariciones aportan fuerza y belleza estética a la escena, con un teatro romano que luce desnudo en todo su esplendor, bajo una cuidada iluminación, ajustada a cada momento.

Marco Aurelio muestra desde el principio su conflicto personal: cómo gobernar el Imperio con un ejército desmoralizado, y una Roma en bancarrota y asolada por la peste.

Un sanador espiritual, Alejandro de Abonutico (Roberto Calle), ofrece su ayuda para combatir la enfermedad y tras un debate donde se contraponen la fe y la ciencia, con el médico Galeno, el primero será expulsado de Roma por Marco Aurelio acusado de farsante.

Galeno, interpretado por el actor Cándido Gómez, siempre pendiente de la salud del emperador, enfermo crónico, y al que le suministra un mejunje con opio, es uno de los fieles servidores de Marco Aurelio, junto al criado Crispino, interpretado por Gabriel Moreno, y el general Pompeyano (Fermín Núñez).

El Marco Aurelio más íntimo y entrañable se muestra cuando confiesa al espectro de su madre Domicia Lucila (María Luisa Borruel) que no ha tenido infancia ni cariño por su parte, a lo que ella responde: "Eres una divinidad, no un vulgar ciudadano... Me dediqué a criar un emperador a costa de sacrificar un hijo".

La antítesis al personaje de Marco Aurelio está representada en su hijo Cómodo, en cuya piel se mete el actor José Vicente Moirón con una gran actuación, y que derrocha crueldad al referirse a su padre: "un filósofo senil" de "pensamientos trasnochados".

Ajeno a ello, Marco Aurelio lo nombra sucesor y, tras esto, la obra transcurre en el campamento militar en Vindobona, en el 180 d.C., con la

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