Mientras Street Fighter 2 atraía legiones de jugadores como moscas a la miel, Midway gestaba en la sombra su particular visión del juego de lucha 1 contra 1: una en la que el realismo y lo explícito en materia de violencia habrían de impactar en la industria con la fuerza de un ciclón. Un impacto en términos de éxito, captando la atención de unos usuarios deseosos de dar un salto de madurez en los contenidos que disfrutaban; y un impacto en lo tocante a los ojos con que la sociedad miraría al videojuego desde entonces, por el mismo motivo.


Hoy conviene ponerse el chubasquero para viajar en el tiempo con nuestro Delorean. Si algo de sangre acaba por mancharos la ropa, no nos haremos responsables. Avisados quedáis.