Cine a Contracorriente - Flecha clavada

  • hace 10 años
El 17 de enero de hace 38 años, un B-52, con cuatro bombas nucleares de 1,5 megatones a bordo, y un avión cisterna de la base estadounidense de Morón (Cádiz) colisionaron en vuelo sobre el pueblo de Palomares (Almería).

Tres de las bombas fueron localizadas poco más tarde en tierra y la cuarta fue encontrada un mes después por un pescador local. Como resultado del suceso se vertió al mar plutonio, uranio y americio, aunque se evitó la catástrofe.

Este fue el motivo por el que el entonces ministro español de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, y el embajador de EE.UU. en España, Angier Biddle Duke, se bañaron en las aguas de Palomares para demostrar que no había contaminación en esa zona de la costa mediterránea.

Se realizaron entonces varios documentales propagandísticos pensados para convencer sobre la capacidad disuasoria de EE.UU. y, en el segundo caso, para contrarrestar la mala publicidad que recibía el Ejército desde Hollywood sobre la gestión de los recursos nucleares. Pero sólo medio siglo después se ha podido empezar a saber la verdad.