Simón Peres, halcón y paloma

  • hace 10 años
Para Simón Peres el acceso a la presidencia de Israel en 2007 no marcó el final de una travesía del desierto, porque la carrera del último superviviente de los padres fundadores del Estado de Israel no ha tenido grandes parones. La jefatura del Estado era el último cargo que faltaba en su larga trayectoria política, marcada por numerosos altibajos, con sonados triunfos y reveses, pero sobre todo por su forma de apropiarse de los puestos que ha ocupado. De la función presidencial, hasta entonces esencialmente honorífica, hizo algo completamente diferente, usando hasta el final su influencia en aras de la paz, hasta el punto de irritar a la derecha nacionalista y figurar en muchas ocasiones como el único opositor al primer ministro Benjamin Netanyahu.

Pero Peres no ha sido siempre “paloma”. Quince años después de llegar a Israel procedente de Polonia, tras militar en la Haganá- el embrión de las actuales Fuerzas Armadas israelíes- conoció haciendo autostop a un personaje que cambió su vida y decidió su destino: David Ben Gurión. Corría el año 48 y Peres se convirtió en uno de los padres fundadores del Estado de Israel junto con el “viejo león”. Por entonces, era uno de los halcones del campo laborista.

Lo demostró en la década de los 70, cuando desde el ministerio de Defensa autorizó la construcción de la primera colonia judía en la Cisjordania ocupada, la de Kdumim.

Paradójicamente, aquel proceso colonizador en Cisjordania y Gaza que se desarrolló bajo su égida y la de su enemigo íntimo Isaac Rabin, desembocó el 13 de septiembre de 1993 en la firma de los históricos Acuerdos de Oslo. En los jardines de la Casa Blanca, y ante la mirada de Bill Clinton, impulsor de las negociaciones, los dos políticos israelíes estrecharon la mano del líder palestino Yaser Arafat.

Un año después, los esfuerzos de los protagonistas fueron recompensados con el Nobel de la Paz, pero el optimismo duró poco.

En Noviembre del 95, durante un gran mítin a favor de la paz, Isaac Rabin fue abatido por un extremista judío que también planeaba matar a Peres. Pero, éste había abandonado la Plaza de los Reyes de Tel Aviv minutos antes del asesinato. De nuevo primer ministro, Peres se dijo decidido a proseguir el proceso de paz.

Pero en abril de 1996, bajo el doble paraguas de primer ministro y ministro de Defensa lanzó la operación “Uvas de la Ira” en el sur del Líbano. El bombardeo de las instalaciones de la ONU en Qana causó la muerte a 106 personas que se había refugiado allí. La imagen de Peres fue cuestionada dentro y fuera de Israel. Las semanas antes de las elecciones, su popularidad cayó en picado. Pero como siempre, supo caer de pie.

Uno de sus últimos actos como presidente tuvo lugar el domingo en el Vaticano, cuando rezó la “oración por la paz” en Oriente Medio junto con Mahmud Abbas y el papa Francisco.

Simón Peres:
“Estoy seguro de que la paz llegará y yo lo veré. Aunque tenga que vivir uno o dos años más. No dudaré en hacerlo”.